Una vez que el dolor ya se ha
hecho patente, podemos aliviarlo con una serie de medidas.
1. Evitar las situaciones o movimientos
que más dolor provocan.Aunque por lo demás puede hacerse vida normal.
2. Caminar y realizar ejercicio
moderado. Evitando los excesos.
3. Evitar cargar peso durante unas
semanas
4. Evitar los movimientos repetitivos que
sobrecarguen la espalda
5. Evitar el reposo total en
cama. Para acelerar la recuperación y reducir el riesgo de que se repita
en el futuro, es importante mantener la actividad física que el dolor le
permita (incluido el trabajo, si es posible).
6. Adoptar una postura adecuada para dormir. Colocar
una almohada debajo de las rodillas y otra bajo el cuello y evitar las camas
muy duras o excesivamente blandas.
7. Aplicar calor durante 20 minutos
varias veces al día. Para relajar la musculatura.
8. Utilizar fajas flexibles que no
limiten la movilidad. Gracias a la compresión que ejercen, permiten un
alivio temporal de las molestias.
9. Recurrir a tratamientos
físicos. Masajes suaves en la zona o aplicación de ultrasonidos y calor
local.
10. Consultar al médico o al
farmacéutico. Para valorar el uso de analgésicos y antiinflamatorios para
aliviar el dolor y mejorar la capacidad funcional, o sobre la posibilidad de
recurrir a relajantes musculares en aquellos casos en los que el dolor sea muy
intenso, y siempre que su utilización no supere la semana.
Si, tras aplicar estas recomendaciones, al final de la
segunda semana no se experimenta una mejoría, es conveniente acudir al médico,
para descartar otras posibles causas o valorar distintos tratamientos.
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