Las intervenciones específicas para el dolor incluyen:
Terapia de relajación.
·
Ejercicios, movilización y fisioterapia.
·
Acupuntura.
·
TENS (estimulación eléctrica transcutánea).
·
Estimulación de la médula espinal.
·
Descompresión de la raíz nerviosa.
·
Laminectomía.
·
Fusión.
La más conocida es la fisioterapia con vistas a
mejorar la relajación y estabilización de los miembros y otras partes del
cuerpo.
La TENS (estimulación eléctrica transcutánea) y la
estimulación de la médula espinal emplean un dispositivo electrónico que genera
ligeros impulsos eléctricos en el sistema nervioso para 'superar' a las señales
naturales de transmisión del dolor.
El objetivo de los procedimientos quirúrgicos es:
· Quitar presión de un nervio recortando el disco que
hay entre las vértebras (descompresión de la raíz nerviosa). Estabilizar los segmentos inestables de la columna
fijando unas vértebras con otras (fusión) o quitando una parte de hueso
(laminectomía).
No obstante, la mayoría de los pacientes con dolor
se tratan con fármacos para el dolor o ‘analgésicos’.
Los medicamentos para tratar el dolor se
llaman 'analgésicos'.
1. Para el tratamiento del dolor
leve, se suelen utilizar los llamados analgésicos, en su mayoría
fármacos que también tienen algunas propiedades antiinflamatorias. Algunos de
estos analgésicos se pueden adquirir sin receta, como el ácido acetilsalicílico
y el paracetamol. No obstante, estos fármacos también pueden provocar efectos
secundarios, así que asegúrese de leer el prospecto y de no superar la dosis
máxima diaria permitida para controlar el dolor.
Los analgésicos con
una acción antiinflamatoria típica, también llamados AINEs (fármacos
antiinflamatorios no esteroideos), incluyen el ibuprofeno y el diclofenaco.
Estos fármacos deprimen los nociceptores y así disminuyen la intensidad de la
señal enviada al sistema nervioso central.
Su acción antiinflamatoria hace que
se suelan emplear como primera opción en los trastornos reumatoides. Los AINEs
pueden dañar el revestimiento gástrico y causar considerables molestias
gástricas e incluso úlceras de estómago.
2. Para el tratamiento del dolor
de moderado a intenso se utilizan los opioides. Actúan sobre la
transmisión de la señal del dolor, principalmente en su punto final: la
interpretación de la señal en el cerebro. Algunos ejemplos son la codeína, el
tramadol, el fentanilo, la oxicodona y la morfina. Los opioides se suelen
emplear en dolores musculoesqueléticos y viscerales.
Si se emplean para
estados de dolor crónico, deberían administrarse según un esquema de
dosificación regular a fin de evitar la reaparición del dolor, y en fórmulas de
liberación prolongada, como comprimidos para tomar una o dos veces al día o
parches.
Los opioides pueden
combinarse con eficacia con los AINEs o el paracetamol. Para complementar el
tratamiento del dolor con los analgésicos convencionales, en algunas ocasiones
se pueden emplear otros fámacos que aunque en principio no están diseñados para
aliviar el dolor, suelen reforzar la acción de los analgésicos. Dado su efecto
complementario, se les suele conocer como “terapia adyuvante”. Ejemplos de
ellos son los fármacos que se suelen utilizar para tratar la epilepsia o la
depresión. En algunos estados de dolor crónico como la artrosis se utilizan
inyecciones de corticoesteroides.
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